15 julio 2011

premeditación y alevosía

no soporto que mi esposa coloque la toalla sobre la cama después de bañarse. cuando me lanzo a la cama siento el colchón húmedo como aquellas noches cuando estaba pequeño. soñaba que llegábamos a una cabaña en un bosque, o llegábamos a casa después de un partido de béisbol, y no encontraba el baño. después de media hora, lo hallaba en el lugar más evidente, donde antes había una pared. orinaba y dejaba húmedo el colchón, como ahora detesto.

también mi esposa moja el colchón al planchar la ropa. como no tenemos mesa de planchar, planchamos en la cama. pero ella plancha mal: mueve el aparato con rudeza como si estuviera restregando un blue jean con jabón azul en la batea. nuestra plancha es barata, y no tiene arriba la tapita para que no escape el agua. o la perdió ella, seguramente.

yo me acerqué el otro día cuando ella leía una revista de moda. le dije

voy a cogerme a la japonesa de abajo

porque la japonesa de abajo me tiene ganas. a veces cruzo con ella cuando voy camino a la parada, le digo "hola" y ella se ríe. no me mira pero se ríe. es pequeña y rellenita, como me gustan. pero a mi esposa no le importa, sigue leyendo la revista como si le hubiera dicho: "se acabaron las alcaparras". porque no hay nada más inútil que las alcaparras. compramos en diciembre para hacer hallacas y sobraron un montón. ya han pasado seis meses y no las hemos vuelto a utilizar. ya se dañaron, seguramente.

ella antes me quería. lo sé porque se tomaba la molestia de quitarle las hojas verdes a la fresa antes de licuar el jugo. ahora ni siquiera deja colar el jugo de parchita para quitarle las pepas, porque dice "eso es alimento" y tengo que tomarme ese mazapán amarillo.

¡eso no es alimento, coño!

por eso le preparé café fuerte y tostadas con huevos revueltos en el desayuno, a ella que le gusta tnato el guayoyo y los huevos fritos. que se joda.

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