23 octubre 2012

la torre de naipes

él no sabía por qué comenzó a cavar el hueco; tampoco cuándo. sólo siguió cavando aunque llegara al borde de la litosfera.

estaba caliente, pero su instinto de topo le hizo lanzar tierra hacia arriba. la tierra se enfriaba en el aire, y caía en su espalda como un ducha después de varios días de playa.

subió a la superficie, y se puso a construir una torre de naipes. sin darse cuenta, ya había llegado a los doscientos metros. entonces cayó. él, no la torre de naipes.

logró aferrarse a un joker, pero el joker se deslizaba. seguramente se iría a caer; y con él, la torre de naipes. a decir verdad, no le importaba. sólo quería saber por qué había comenzado a construirla. o cuándo.

¿algún día lo sabrá el pobre escritor analfabeta?

21 octubre 2012

El virus de la Bolsa Plástica amenaza a los buhoneros

Tomasa vendía piñas en el mercadito de los domingos. Era negra y fuerte, el medio cuerpo faltante de la dueña de Tom, la tipa que gritaba «Tomásssss» pero le tenía terror a Jerry. Bueno, Tomasa era idéntica a esa tipa, con el estereotipado vestido de flores y las chancletas desgastadas que solían pintarle los racistas dibujantes de Hanna-Barbera, pero sin el jazz de fondo, por supuesto. Hasta la voz era igualita, pero en lugar de «Tomásssss», solía gritar a los clientes: «Piña a veinte, no se empujen, hagan la cola, todo barato», aun cuando no hubiera nadie comprando sus frutas. A pesar de ello, no le iba mal. Hacía suficiente dinero a la semana como para comprarse una camioneta Chevrolet Captiva 2008, y un LED Samsung 42 pulgadas. Pero así como el efectivo entraba rápido, rápido también se iba. Por eso Tomasa repetía siempre: «Algún día, cuando tenga full dinero, me voy a comprar...», y completaba la frase con un apartamento en el este de Caracas, un pasaje a Hawai, o una cena en un restaurante de carnes caro y famoso, como La Estancia o El Rucio Moro. Por eso, ya en el hospital, cuando se enteró de que la epidemia se había desatado a través de las pequeñas bolsas de plástico verde, se lamentó de no haber comprado las marrones grandes, más caras pero más resistentes.

Se sabe que el virus de la «Bolsa Plástica», como la prensa la ha llamado últimamente, comenzó en las inmediaciones del Unicentro El Marqués, en los vendedores ambulantes de las inmediaciones del Metro la California. Se presume que un sujeto con inclinaciones psicóticas introdujo en la Fábrica Nacional de Bolsas Plásticas (FaNBoP) una sustancia ilícita que reacciona químicamente con el calor producido a la exposición al sol, afectando a las personas que manipulan gran cantidad de dichas bolsas en un lapso reducido de horas. Lo curioso es que la sustancia contaminante sólo se vertió en las bolsas tipo B-22, es decir, las bolsas verdes pequeñas, utilizadas exclusivamente por los vendedores ambulantes de la ciudad de Caracas.

Para colmo, Robinson, el tipo que vendía yuca en el mercadito del Líder de los domingos, comenzó ayer una huelga de hambre frente al Ministerio de Alimentación para lograr una indemnización humanitaria por el resto de su vida, ya que el virus de la «Bolsa Plástica» le afectó la movilidad del párpado izquierdo, y así no podía pelar la yuca. Incluso se rió cuando dijo «Pelar la yuca», porque dijo disfrutar el doble sentido de su trabajo.

El ministro apareció en la tele dos horas después. Dijo que una indemnización así tenía que estudiarse, porque los damnificados de las lluvias de hace dos años seguían en los refugios, y todo el presupuesto se esfumó por las [elecciones] presidenciales. Lo que sí prometía era hacer justicia. Yo le creí al tipo porque, cuando duerme, le busca explicación a los sonidos de la noche. Una vez se asomó por la ventana a las 2:00 a.m. para confirmar el golpeteo de un pájaro carpintero, que su esposa asignaba a un alma en pena.

Lo que no puede explicar es que, aunque las aceras ahora están despejadas y limpias, la gente reclama porque vuelvan los buhoneros. Un vecino de La California admitió que antes podía salir de su casa sin desayunar, porque en la calle encontraría al vendedor de pastelitos. Ahora debe comprar pan, boloña y jugo de un litro en la panadería, lo que está descosiendo su salario. Ni que decir de las personas que buscan coladores, pantaletas, tazas para la licuadora, cargadores de teléfonos o controles remotos universales: ahora ni siquiera saben dónde los venden.

Eso sí, el tipo que vende cartón de huevos se ha hecho millonario. Aumentó el precio porque supuestamente son más grandes, aunque los compra contrabandeados de Colombia. No es un tipo en quien confiar: suele colocar el pie en las puertas del metro para que no se cierre.

10 octubre 2012

Cinco cosas que puedes hacer en (el este de) Caracas un día de semana después de las cinco

Si 1) estás en Caracas por trabajo sólo durante días de semana, 2) nada más estás libre después de las 5:00 p.m. y 3) los viáticos no te alcanzan para taxis (los taxis en Caracas son muy costosos); entonces, esta es tu lista.


  1. La Carlota y Sebucán Social Club: ve a la estación de Metro Los Dos Caminos. Busca la salida por la avenida Francisco de Miranda. Crúzala y estarás en el comienzo de la avenida La Carlota, al lado de Pronto Arepa. Baja por la avenida: en una cuadra y media encontrarás el Café Noisette, un rincón parisino donde tocan jazz los viernes a las 6:00 p.m. Cierran antes de las 7:00 p.m., por lo que debe ser el primer lugar a visitar. Recomendadas todas las crepes y los cafés. Luego, sube de nuevo a la estación de Metro Los Dos Caminos, pero esta vez para tomar el Metrobús con dirección a Sebucán. Bájate en la segunda parada de la avenida Sucre (una de las últimas), frente a la licorería Nueva Lisboa. Camina una cuadra y media por la calle perpendicular y encontrarás un portón blanco: ése es el Centro de Arte Los Galpones. Hay galerías de arte, viveros, tiendas de muebles, una hermosa librería (Kalathos) y proyectan películas al aire libre (7:00 p.m.). Puedes comprar tu media botella de vino en el kiosko, y lanzarte en la grama a relajarte un rato.
  2. Camina Los Palos Grandes: Bájate en la estación de Metro Altamira. Siéntate en uno de los bancos a contemplar el obelisco y las parejas besándose. Sube por la avenida Luis Roche dos cuadras hasta llegar a la Casa Rómulo Gallegos (CELARG): entra a la librería y a la biblioteca. Todos los días se proyecta una película independiente (no americana) en la sala 3 a las 7:00 p.m., a un precio de Bs. 20. El café no es muy recomendable. Si decides continuar el rumbo, cruza a la derecha por la Tercera Transversal durante dos cuadra, y baja por la Primera Avenida Andrés Bello. Por el camino sólo verás restaurantes y gente trotando. Una cuadra después, cruza a la izquierda y pasarás por Arepas Factory (arepas gourmet) y el restaurante mediterráneo Planta Baja. Al final de la siguiente cuadra encontrarás la moderna Plaza Los Palos Grandes, sitio de juego para los niños y ejercicio para los adultos. A esa hora no está abierta la bilbioteca, pero al tener las paredes de vidrio, podrás verla por fuera. Bajando por la Tercera Avenida pasarás a un lado de la clásica pizzería El Presidente, con los típicos manteles blancos de cuadros rojos y mesas de madera. Emprende el regreso cruzando a la derecha por la Primera Transversal, y dos cuadras después, estarás en la avenida Andrés Bello. Puedes sentarte a tomar un café + postre en Arábica o en St. Honoré, o si te gusta algo más moderno, camina una cuadra más y sube por la Primera Avenida. Hay diversidad de restaurantes: Come a Casa (italiano), Conos (Sushi) y Sumaq (peruano). Muy recomendados. Pero si quieres un lounge, lo mejor es que subas al último piso del hotel Altamira Suites, donde está 360° Pizza & Lounge, un local que tiene una visión de 360° del este de Caracas. Ni se te ocurra entrar al Palms Restaurante & Bar, es caro y malo.
  3. Chacao Clásico: Desde la estación de Metro de Chacao se puede ir a dos centros comerciales famosos por el boulevard Arturo Uslar Pietri: hacia el norte, el point por excelencia de la clase media alta que vive al norte del Guaire, la joya arquitectónica del Centro San Ignacio; y hacia el sur, con el populoso mall Centro Sambil. En este plan no se incluye ninguno de los dos. Mejor sube por el boulevard Uslar Pietri dos cuadras, y cruza a la derecha en la calle Páez. Caminarás por una larga cuadra de edificios residenciales sin más atractivo, hasta llegar a la esquina donde verás la Tasca La Fallet. Aquí entrarás a tomar cerveza, comer pulpo, chistorras y tortilla española, dentro de un bar íntimo y súper clásico. Pero antes de entrar a la tasca, camina una cuadra más y siéntate en uno de los bancos de la Plaza Bolívar de Chacao, con una estatua ecuestre del Libertador, a pesar de ser un lugar de esparcimiento poco pretencioso. Si está abierta la iglesia, no dejes de entrar. Después, cuando hayas salido de La Fallet, baja por la calle Cecilio Acosta hasta la Francisco de Miranda y emprende el regreso. O si quieres, puedes ir al San Ignacio o al Sambil, como quieras.
  4. Sabana Grande is back: Apenas salgas de la estación de Metro Chacaíto, estarás en la Plaza Brión. No tiene nada de atractiva, a no ser de por los street dancers y la Librería Alejandría 1 que podrás encontrar en el Centro Comercial Chacaíto. Mejor, camina en sentido oeste por el Boulevard de Sabana Grande, paseo que fue punto de encuentro de intelectuales en los años 60's, y recientemente recuperado. En su extensión, pueden encontrarse mercados de pulgas, actividades culturales y de esparcimiento que noche a noche organiza PDVSA La Estancia, como: muestras de teatro, talleres de baile, ferias de arte, presentaciones de grupos musicales y de bailes folclóricos (programación aquí). También podrás encontrar una feria de libros usados, que por fortuna se ha vuelto permanente. Hay también cafés y restaurantes, pero el café impelable es el Gran Café, tres cuadras después de la estación de Metro de Sabana Grande (sentido oeste). Justo a tiempo, porque después de este punto, ya no hay más atractivo. El Gran Café fue el sitio de reunión de los intelectuales de los 60's, donde fundaron el movimiento cultural "La República del Este", aunque ahora sea una cafetería de lo más normal. Aún así, puedes todavía encontrar grupos de viejos izquierdistas que se reúnen a hablar de política.
  5. Vía Trasnocho Cultural: Para ir a la plaza Alfredo Sadel dos alternativas: si es antes de las 6:00 p.m., caminas desde el Metro de Chacaíto y bajas por la avenida Principal de Las Mercedes o, si es después de las 6:30 p.m., tomas el Metrobús 221 de Chacaíto con dirección a Las Mercedes, y te bajas en la parada de Las Mercedes. Como sea, caminas por la avenida Principal de Las Mercedes, y varias cuadras después encontrarás la plaza. En el camino encontrarás restaurantes y locales nocturnos que abundan en esta zona comercial. Para ser sincero, una vez que llegues a la plaza Alfredo Sadel, no hay mucho por hacer, a menos que entres en alguno de los muchos locales, o pasees un rato por el Tolón Fashion Mall. Pero mejor continúa tu recorrido por la avenida principal, hasta que llegues el Centro Comercial Paseo Las Mercedes. Una vez allí, dirígete al sótano, a través una extraña escalera de caracol independiente a las demás escaleras mecánicas. Al bajar, estarás en el Trasnocho Cultural, suerte de búnker donde hay excelentes cafés no tan costosos como parecen: Vinarte, Kakao y Soma, así como un restaurante: Biarritz Bistro. Pero lo mejor son los espacios culturales: la Librería El Buscón, la antigua Discotienda Esperanto, y el Cine Transnocho y Teatro Trasnocho, donde suelen presentarse obras de altísima calidad. Allí cualquiera puede pasar toda la noche.