21 agosto 2014

Caries


Resulta que fui al odontólogo porque mi encía estaba inflamada y hasta me hacía doler el oído. Le había dicho a la doctora que tenía una caries y que la había visto. Yo sé reconocer caries porque hace años me hicieron tratamiento de conductos en una muela carcomida por estos organismos. Y la noche antes de ir al odontólogo había examinado mis dientes en busca del punto negro que taladraba mis huesos. Al fin lo vi entre mi antigua muela cariada y el premolar que está detrás del colmillo izquierdo, mientras rogué porque la caries no hubiera penetrado el nervio y asesinado mi premolar.

Cuando me hicieron tratamiento de conductos hace años y me informaron que mi muela estaba muerta, sentí una leve depresión. Que algo mío estuviera muerto significaba el primer golpe duro para mi cuerpo: a mí nunca me habían operado ni había perdido ningún órgano. Más allá de la miopía y la alergia matutina, mi cuerpo era bastante robusto de salud. Ahora enfrentaba una pérdida semejante a la de un tío que no viste mucho, pero que siempre te mandada regalos en navidad.

Pero resulta que yo no tenia caries en esta nueva visita médica. La odontóloga, tras una breve inspección, me informó que mi dolor se debía a que la resina que había sustituido gran parte de mi antigua muela cariada se había caído, y los trozos de comida chocaban contra la encía en lugar de muela cada vez que yo masticaba.

La odontóloga me puso una nueva resina por Bs. 2100, la cuales pagué mediante una transferencia web al volver a la oficina.

Esto último es para el registro.

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