29 marzo 2014

La #Lista

A T., por su magnífica historia

(*) Todos los precios están expresados en bolívares



El amigo de T. lo convenció de comprar unas motos Empire Outlook a precio regulado de 27 mil, para revenderlas en el mercado nacional a 70 mil, como #HaceTodoElMundo.

Llegaron al concesionario un sábado a las 7:00 am, muy temprano para ver cómo era el movement. El concesionario se encontraba cerca de Los Teques, a unas cuadras transversales de la Panamericana, zona desconocida por nuestros protagonistas «estianos» (del Este de Caracas) que llegaron en un Jeep Cherokee del año '07. Y para rematar, ya había 24 mototaxistas en espera anotados en una #Lista.

Sí, porque en Venezuela hasta para comprar motos hay que hacer una #Lista.

Un chamo que hizo vigilia en el concesionario anotaba a la gente que llegaba para que no se armara un lío al final de la mañana. Full proactivo él. El chamo tenía además el celular del dueño, producto del acoso prolongado durante la semana en busca de motos, y aquél le dijo que llegaría al local a las 11:00 am, no por flojo sino por precaución ante las protestas del día anterior. El día anterior la Guardia se había caído a plomo con estudiantes en esa zona, pero esa es otra historia.

T. y su amigo decidieron anotarse en la lista. Calcularon que los 24 mototaxistas que tenían por delante no iban pendientes de Outlook de 27 palos, sino de las típicas moto-cartero-malandro de doce mil. «Coronamos, pues», dijeron convencidos, y se fueron a comer unos cachitos en la panadería de la esquina. No imaginaron que al regresar, una hora después, el lugar ya estaba asediado por 150 malandros potenciales sedientos de motos, echando cuentos, y algunos recostados de la Cherokee.



Entre ellos, un tipo le aseguraba al chamo de la #Lista que él había pasado varias veces en la semana, y el dueño le había garantizado que el sábado le daría su moto. Por eso, él no iba aceptar ninguna puta #Lista.

—Tú tienes que pasar y que te vean la cara, catire —le dijo retador a T.—. A mí me ponen de primero o aquí se forma un #Beta.

Solamente por el mal aspecto del tipo, T. estaba dispuesto complacer todas sus peticiones. Pero el chamo de la #Lista se puso serio, y le dijo al tipo:

—Tú vas donde vas, convive, sino te las ves con todos nosotros.

Claro que entre ese «todos nosotros» estaban T. y su amigo, pero con el apoyo de 24 mototaxistas la cosa pintaba mejor para los catires. Mientras tanto, pasaron las horas y llegaban más personas, como si el concesionario fuera una playa de Higuerote en plena Semana Santa. Había gente hasta del otro lado de la calle, que se recostaban de la pared cuando pasaban los carros rozándoles la ropa.

Cuando el dueño  llegó pasadas las 2:30 pm, la horda enfurecida estaba a punto de quemar el local. Y, para rematar, el empresario llegó anunciando que sólo vendería 30 motos ese día, sin dar explicación alguna. Como era de esperar, se caldearon los ánimos. La gente comenzó a gritar que cómo era posible, que eso era un abuso, que irían al Indepabis o como se llamara ahora. En fin, un clima de arrechera generalizado excepto para quienes estaban por debajo del puesto 30 de la #Lista. Por dentro, T. y su amigo brincaban de la emoción, porque estaban por debajo del puesto 30 y les tocaba su moto. #Win.



Pero si la vida fuera tan linda no existirían listas, ni raciones de motos, ni dueños que llegan a las dos de la tarde. Cuando el chamo fue a entregarle la #Lista al dueño, éste lo miró con desprecio, y le dijo si se había vuelto loco, que esa lista no iba porque él tenía a gente esperando desde hacía dos semanas, que tú chamo te salvas porque «te he visto» durante la semana, pero que los demás se pueden lavar el paltó, si quieren moto un sábado tendrán que pasar durante la semana para que lo «los vean». Y se acabó.

Entonces la gente comenzó a gritar que el dueño podía irse al mismísimo carajo, y el tipo que había prometido armar un #Beta sacó un arma y echó un tiro al aire, el chamo de la #Lista sólo quería llevarse su moto y trató de calmar los ánimos pero qué va, la situación ya se había escapado de sus manos. T. y su amigo volaron hacia la Cherokee, nunca supieron si pisaron a algunas personas en el recorrido, pero ya  no les interesaba hacer lo que #HaceTodoElMundo sino llegar a sus casas y ver una película, tranquilos, sin joder a nadie, aunque eso en este país no garantice nada. Pero al menos da un poco de tranquilidad.

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