13 noviembre 2009

francisco de miranda

los ruidos más fuertes son los autobuses y motos con silenciadores averiados, pero también hay otros sonidos, buhoneros que despliegan ropa-dvd-artículos domésticos, mototaxistas que gritan mototaxi, mototaxi, el vendedor de cachapa de hoja con queso, el puesto donde alquilan celulares, personas que se multiplican y cruzan las aceras que no tienen semáforo, un fiscal deja a un taxi comerse la flecha pero a un particular no, los carros siguen y no siguen el semáforo o sentido común. en el piso hay centenares de servilletas y vasos de plástico, envolturas de club social-óreo-rufles y hasta una solitaria cerveza zulia o solera azul, botellones de dos litros de refresco vacíos, bolsas de empanadas y supermecado, retazos de periódico y millones de bolibomba achicharrados por el sol inclemente de las ocho de la mañana. el olor se parece a la leche en descomposición, mezclado con monóxido que es como el cigarro de king kong, el sobaco king kong, el sol de las casi ocho de la mañana que no perdona peatones, mucho menos a los riegan árboles con indiferencia.

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