12 mayo 2013

No sé si trabaja allí o vino para atormentarme

Esta semana me conseguí en el ascensor de la oficina al cuñado de mi última ex. Dudamos en saludarnos, pero al final tuvimos un forzado momento cordial, con sonrisa incluida. En realidad, nunca tuve nada contra él. Me recibió con hospitalidad en su casa, y hasta una vez fue a comprar acetaminofén porque mi fiebre no bajaba. Mi ex vivía en aquel tiempo con su cuñado, y para bajar la fiebre ella me sugirió que tomara un baño de agua fría.

Fue la peor experiencia que he tenido en mi vida.

Mi ritmo cardíaco aumentó impulsivamente, tanto que creí que me iba a dar un infarto. Los latidos rebotaban en mi cuello, me ahogaban, pero yo seguí bajo el agua fría esperando el momento en que se normalizara todo, el cual nunca llegó. Eso, y la biblia abierta en la mesa de comedor, fueron las cosas que más me asustaron de aquella casa.

Hace poco viví un pánico similar en Chirere. Me adentré solo y pasado de tragos a la playa, y eventualmente las olas no me dejaron estabilizarme. La fuerte resaca del mar me haló con fuerza. Por un momento, pensé que me iba ahogar como un idiota en Chirere, pero jamás pensé en el fastidio que le causaría a mis amigos de cargar un cadáver durante dos horas hasta Caracas. Al final, aproveché el impulso de las olas, para darme cuenta de que estaba prácticamente en la orilla, como Kiko en aquella piscina de Acapulco.

Ayer le pregunté a Susana si yo era un borracho. Me dijo que más que ella no. Eso me tranquilizó, aunque no lo creas.

Al día siguiente me volví a encontrar con mi exconcuñado en el comedor, pero su trato fue más frío. Me dio la espalda en la escalera mecánica, cuando en condiciones ideales uno voltea para conversar. Realmente, no lo culpo, se suponía que no debíamos vernos más nunca en la vida.

Susana comenzó un postgrado y ahora se la pasa estudiando, eso me da más tiempo para leer. Terminé un agotador libro de Vila-Matas, y comencé unos de César Aira y Arnoldo Rosas, que me tienen enganchado. Mientras leía, mi madre ha llamado para contarme sus últimas experiencias de compras en supermercados. Es extraño, quienes me enseñaron a ser crítico con el sistema ahora son demasiado indulgentes. Pero supongo que todo el mundo debe creer en algo.

¿En qué creo yo?

En que la incertidumbre es como un baño de agua fría cuando tienes fiebre.

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