20 febrero 2011

Tonina

Ella estaba de espaldas hacia mí, parados en el autobús. Ella echó su cabeza hacia atrás porque quería o por la inercia de la aceleración, y su cabello negro arropaba mi nariz para respirar su perfume. Yo avancé hacia su oreja, su pómulos, casi podía rasguñar sus mejillas. ¿Estaría ella excitada? Mi pene estaba totalmente erecto pero nunca pude saberlo por su asiática expresión de tonina.

Me explico: las toninas son como los delfines, siempre parece que se están sonriendo aunque sólo quieran irse a dormir. Lo sé porque en el Acuario de Valencia había toninas que hacían shows en una malgastada piscina adaptada sobre los antiguos acueductos de la ciudad. A pesar de todo, se hacía una cola para ver el espectáculo, pero finalmente todos entraban, la gente rodeaba la piscina construida sobre el piso y los niños tenían que encaramarse en taburetes para poder mirar. Las toninas por fin salían con sus rostros sonrientes, daban cinco minutos de piruetas intercaladas por ingestión de sardinas, y luego se hundían en el agua para nunca salir más.

El autobús arrancó de nuevo, ella probablemente sonreía mientras yo respiraba fuerte sobre su cuello. Ella arqueó la espalda, yo vi la piel húmeda de su brazo aferrado al tubo del autobús, el codo puntiagudo como una aleta que hurgaba en mis costillas. ¿Estaría ella excitada? Yo reduje el espacio entre nosotros, afinqué mi pene erecto sobre sus nalgas, esperé a que se volteara para que recogiera las sardinas.

Justamente se cumplieron los cinco minutos. Ella se hundió en un asiento del autobús, y desde entonces no se levantó ni alzó la mirada nunca más.

1 comentario:

jtomioka dijo...

Y al final, “vestido y alborotado” jajajaja está very nice en especial la descripción de los detalles ajajajaja la next descríbelo desde el punto de vista de la asiática tonina ya?