al dejarme mis padres y hermana en la habitación de terrazas del ávila el día antes de mi primera clase universitaria, mi mamá lloraba y yo no. todo era nuevo: aunque me daba miedo comprar algo en la panadería y en un mes rebajé cinco kilos para no gastar dinero, el metro, los parques y la biblioteca de la universidad pasaron a ser mis mejores amigos.
tengo una máscara que se decolora con el tiempo.
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