ayer vendí mi proyecto de vida. mejor dicho, lo regalé. no me ofrecían nada por él; por los prejuicios, ya parecía una gran esfera de anime.
¿te imaginas agarrar el metro, depositar un cheque, o hacer pupú sosteniendo una gran esfera de anime?
sólo se iba a comer cuando yo estaba dormido. se lanzaba dos perros en los cortijos, y subía al ávila para quemar las calorías. me despertaba cepillándose los dientes.
un día me lancé desde el cuarto piso. me salvó mi proyecto de vida. fue cuando decidí venderlo.
nadie contestó el aviso en mercadolibre, ni en los clasificados, ni en la cartelera del edificio. mi proyecto de vida engordaba con las zucaritas y galletas maría de mi despensa.
entonces vi a un malabarista de semáforo, y noté que sus esferas parecían de anime.
aceptó encantado elaborar una nueva rutina.
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