Una cebolla de tamaño estándar, bien picadita en trozos pequeños; tómate tu tiempo. Igual con un pimentón grande. tres cabezas de ajo machacadas. un cuarto de kilo de carne molida.
Echa todo eso en un sartén hondo con un poco de aceite caliente; puede añadirle un cubito de mantequilla o manteca. Dale vuelta por diez minutos. pica al menos cinco ramas de perejil y ralla una zanahoria. Yo tampoco sabía que se le pone zanahoria pero te digo que funciona. Rállala por el hueco más pequeño del rallador. Pica cuatro tomates y sácale las semillas. Si te da fastidio picarlos en pedacitos, puedes licuarlo (sólo haz esto de licuar con el tomate).
Añade estos tres últimos ingredientes al sartén y revuelve echándole agua, sal y pimienta por cuarenta minutos (no escatimes con la sal y pimienta). Prueba. Te darás cuenta de que el sabor no es el de una salsa boloñesa, que falta algo.
El secreto es una copa de vino.
Vino de cocina, por supuesto. échale y verás que incluso el color cambia, la salsa se torna oscura como una boloñesa. Además, empieza a saber como una boloñesa. Añade sal y pimienta hasta que encuentres el toque.
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