no hay forma de no extrañar a caracas. el caos urbano, la gorda tirada en la acera que vende ganchos para el cabello, las motos que no te dejan cruzar la calle, la basura en las calles mezclada con las cornetas y la bulla, sobre todo la bulla, están en mí como la ropa interior que no me quito hace tres días. los cantantes del metro, unos chamitos con guitarra y tambor, ¡cuánto talento de verdad! y los recuerdos que son vagones cargados de gente que pasan y pasan en la estación de plaza venezuela sin poder descongestionar el colapso.
y los culos... mejor ni hablar de los culos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario