30 agosto 2014

Pensamientos Metro


Si tuviera otra personalidad podría hacer muchas cosas. Por ejemplo, en el Metro hay un chamo que pide dinero para comer mientras arrastra su pie izquierdo y pone cara como si le hubiera entrado champú en el ojo. A mí me provoca darle cien bolos y decirle:


Pana, toma cien bolos, pero no te lo gastes en comida sino en piedra o bazuco, o en la peor hierba que puedas encontrar. Fuma e inyéctate todo eso, a ver si te terminas de morir y no sigues fingiendo una enfermedad para pedir plata en los vagones del Metro

Había también una señora embarazada que pasaba con su hijo en brazos pidiendo:《una ayuda para la embarazada》. Yo siempre quise darle una caja de condones en lugar de dinero y decirle:

Para la próxima, doñita fértil

En ocasiones, te montas en un vagón que está lleno de gente fea. No me refiero a malandros sino a gente poco atractiva. Puras viejas o bagres o gente que no le dedica un cariñito a su cuerpo. Son momentos en que cuestionas la belleza de las venezolanas que se exhibe en certámenes o páginas web, o si esa gente ya no se monta en el transporte público. Hasta que de pronto, entre toda esa gente mal aspecto, consigues una linda muchacha, que con alta probabilidad estudia en la Humboldt y se va a bajar en Los Dos Caminos, y te salva el día. Pero yo, sólo por agradecimiento, si estuviera soltero, sin hija y tuviera otra personalidad le diría:

Eres el culo del vagón, preciosa

Pero quizás sea mejor ser como soy y no decir nada, y sólo dejar en la cabeza estos pensamientos de Metro.

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