27 noviembre 2013

Bacterias


Saqué los chorizos del refrigerador, y los lancé sobre la parrillera eléctrica sin dejar que se descongelaran. Media hora después, mastiqué un pequeño trozo, que me pareció un chicle.

Al día siguiente, me golpeé en la cabeza con uno de los estantes de la cocina. Durante cuatro días tuve un ligero dolor en uno de los costados de mi cráneo.

Y todavía hoy puedo sentir las bacterias del chorizo crudo comerse mi cerebro, causándome ese falso dolor de cabeza en uno de los costados de mi cráneo.



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