llevo un poco menos de la mitad de la novela pero se me acabaron las ideas. tengo el final, pero siento que si sigo, puede tornarse aburrida. por eso voy a darle un break para escribir y revisar algunos cuentos pendientes. pendiente tengo también varias entrevistas de trabajo que me mantendrán ocupado en el proceso de desintoxicación de mí mismo, mientras espero lo de cantv. a cantv fui el lunes, y fue agradable volver a la corporación donde sabes cómo funciona todo, aunque dé risa. risa me dio hoy en el supermercado unicasa, cuando me quisieron cobrar 35 bs y no 17, porque le había sacado la mata "puosa" a la piña.
el mundo está loco.
31 agosto 2011
25 agosto 2011
estoy escribiendo una novela corta con flashes autobiográficos, pero me da mucha inseguridad al respecto. quería una mezcla de desayuno en tiffany's de capote con las aventuras de un fotógrafo en la plata de bioy casares, una historia donde la acción y el diálogo intoxiquen la reflexión, pero que induzca en el subtexto a una reflexión. hasta ahora no va mal, pero vamos a ver qué sale.
entrevista de trabajo
otra vez una entrevista de trabajo fracasa porque fui demasiado yo.
me sentí cómodo con la psicóloga de rrhh. hablé pausado y con fluidez, derroché medias sonrisas, y hasta lancé un par de comentarios ingeniosos y amorales, tan impropios del comportamiento políticamente correcto de una corporación. era un pez en el agua. paul newman en blicicleta en aquella película con redford.
pero luego, no me entendí con el supervisor técnico. mi encanto se transformó en pedantería.
no todos somos iguales.
me sentí cómodo con la psicóloga de rrhh. hablé pausado y con fluidez, derroché medias sonrisas, y hasta lancé un par de comentarios ingeniosos y amorales, tan impropios del comportamiento políticamente correcto de una corporación. era un pez en el agua. paul newman en blicicleta en aquella película con redford.
pero luego, no me entendí con el supervisor técnico. mi encanto se transformó en pedantería.
no todos somos iguales.
15 agosto 2011
maldito trópico
cuando llegué a caracas escribí varios cuentos sobre la playa. eran nostálgicos, idealistas, en colores pasteles como yo mismo viví la playa en aquellos años tempranos de mi adolescencia. luego me enamoré de caracas.
también amo a casi todas las mujeres.
y amo el maldito trópico, por sobre todas las cosas.
también amo a casi todas las mujeres.
y amo el maldito trópico, por sobre todas las cosas.
05 agosto 2011
envío con cobro a destino
ok, entonces llego al MRW para enviar los frascos de nistatina para mi sobrino que está enfermo, y no se consigue el remedio en Lechería. al apenas ver el par de cajitas, el empleado pregunta
y me dice con una gran sonrisa que no puede enviarlo. para no quedar mal, su compañera al lado irrumpe en la conversación. me dice que debo colocarlo dentro de una pequeña cava de anime para enviarlo, una cava pequeña, un poco más grande que las cajitas de nistatina. yo pienso entonces por qué el muchacho que me atiende se sonríe al decirme una noticia tan cruel, considerando que las medicinas escasean en el país. además, pienso de dónde sacaré una cava de anime tan pequeña como la que pide la recepcionista. ¿por qué no me pide mejor una cava de plomo, para protegerlo de la criptonita?
salgo del MRW y recorro Los Dos Caminos. no hay ningún lugar que vendan cavas de anime, ni siquiera cajas de plástico. recuerdo entonces lo que dijo la recepcionista piadosa de MRW
pero no recuerdo la explicación porque en ese instante maldije la sonrisa del empleado de MRW. seguro que ese desgraciado estaba chateando en facebook y le dio ladilla atenderme. como sea, entro en Locatel y compro una caja de algodones, meto uno de los frascos dentro y vuelvo a la oficina de correo.
ante el discurso moral de la empleada sobre el posible rompimiento del frasco durante el envío, sólo pienso en golpearle la cara con un objeto contundente. recuerdo que al cruzar la avenida Sucre había una alcantarilla de aguas negras desbordaba. me repugnó aquello, porque debía pisar el río oscuro para atravesar la vía; pensé no podía haber nada más asqueroso. pero sí lo había: un señor al lado mío señaló junto a las bolsas de basura a un can hinchado boca arriba, con las cuatro patas tiesas como una silla rectangular.
aquel era un buen objeto contundente.
es incomprensible. yo ando por la calle por sitios peligrosos con una gorra estilo boina que compré en Viena por casi 100 euros, y nadie lo nota. pero en la calle matan gente para robarle celulares, relojes o carteras que valen mucho menos que eso.
por eso voy a otra oficina de MRW que queda a dos cuadras, y no sólo puedo enviar mi paquete de algodón sin problema, sino que hasta coqueteo con la linda recepcionista.
―¿es líquido?
y me dice con una gran sonrisa que no puede enviarlo. para no quedar mal, su compañera al lado irrumpe en la conversación. me dice que debo colocarlo dentro de una pequeña cava de anime para enviarlo, una cava pequeña, un poco más grande que las cajitas de nistatina. yo pienso entonces por qué el muchacho que me atiende se sonríe al decirme una noticia tan cruel, considerando que las medicinas escasean en el país. además, pienso de dónde sacaré una cava de anime tan pequeña como la que pide la recepcionista. ¿por qué no me pide mejor una cava de plomo, para protegerlo de la criptonita?
salgo del MRW y recorro Los Dos Caminos. no hay ningún lugar que vendan cavas de anime, ni siquiera cajas de plástico. recuerdo entonces lo que dijo la recepcionista piadosa de MRW
―tiene que ser de anime, no de plástico, porque...
pero no recuerdo la explicación porque en ese instante maldije la sonrisa del empleado de MRW. seguro que ese desgraciado estaba chateando en facebook y le dio ladilla atenderme. como sea, entro en Locatel y compro una caja de algodones, meto uno de los frascos dentro y vuelvo a la oficina de correo.
―no puedo enviártelo, porque tiene que ser de anime.
―pero no es nistatina, es un paquete de algodón.
ante el discurso moral de la empleada sobre el posible rompimiento del frasco durante el envío, sólo pienso en golpearle la cara con un objeto contundente. recuerdo que al cruzar la avenida Sucre había una alcantarilla de aguas negras desbordaba. me repugnó aquello, porque debía pisar el río oscuro para atravesar la vía; pensé no podía haber nada más asqueroso. pero sí lo había: un señor al lado mío señaló junto a las bolsas de basura a un can hinchado boca arriba, con las cuatro patas tiesas como una silla rectangular.
aquel era un buen objeto contundente.
es incomprensible. yo ando por la calle por sitios peligrosos con una gorra estilo boina que compré en Viena por casi 100 euros, y nadie lo nota. pero en la calle matan gente para robarle celulares, relojes o carteras que valen mucho menos que eso.
por eso voy a otra oficina de MRW que queda a dos cuadras, y no sólo puedo enviar mi paquete de algodón sin problema, sino que hasta coqueteo con la linda recepcionista.
02 agosto 2011
caracas y sus formas extrañas
caracas y sus formas extrañas, nestea y mayonesa en el combo de mcdonalds, te piden la cédula al pagar con tarjeta, los bancos y sus listas de espera para atención al cliente en hojas de bloc, el servicio de blackberry prepago barato, la cola en subway al mediodía, las estilistas que humillan a los clientes, subir una poceta en mi edificio sin ascensor y mi apartamento en el 14vo piso, el banco de venezuela que se tarda 8 días hábiles en dar una cochina tarjeta de débito.
los culos prominentes en los jeans justos, apretados, como si se pusieran costales de sal en las nalgas, los gloriosos escotes en los cuales casi se escapan los pezones de las tetas operadas, y aprietan ese largo abismo donde difícilmente cabría una hoja de papel bond.
los culos prominentes en los jeans justos, apretados, como si se pusieran costales de sal en las nalgas, los gloriosos escotes en los cuales casi se escapan los pezones de las tetas operadas, y aprietan ese largo abismo donde difícilmente cabría una hoja de papel bond.
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