nadie es perfecto, menos nina, la tímida y nerviosa bailarina que representa natalie portman, en black swan. con precisos close-up a las expresiones faciales y movimientos del ballet, la cámara acosadora que ya había mostrado darren aronofsky en the wrestler -ahora danzante y armoniosa-, el juego con los espejos y los reflejos oscuros, además de la utilización bien calibrada de los silencios (al contrario de night shyamalan), dan la sensación de una película perfecta: no lo es, sin duda, por la borrachera alucinatoria en la mitad de la película que pudo haber sido más corta.
me encantaron portman y kunis, la sensación de thriller de antaño aunque con guiños del suspenso moderno innecesarios, la atrapante escena inicial, el guión excelentemente construido.
apenas catorce millones (el doble de su anterior cinta), que es otra cachetada al sistema.
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