la grama recién cortada que rascaba la panza de la neblina en las madrugadas de programación, los troncos de educación llenos de puyas y carpinteros, el mirador del samán con la caracas impresionista, la sala de humanidades repleta de pragmáticos y estantes vírgenes. la banda de jazz, la clase de teatro, la pasta boloña y las tardes, sobretodo las tardes. la gente no, muy muy poca.
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