28 septiembre 2012

«quedar bien»



yo no soy una persona segura, por eso me alegra utilizar cada vez menos las poses. pero hay veces que alguien está hablando sobre un tema que domina, y dice algo como

porque sabes que las aplicaciones de blackberry son web

y yo no puedo evitar ponerme de acuerdo, aunque no tenga una puta idea de lo que me quiere decir.

quizás sea culpa del gen que se empeña en «quedar bien». en la película zelig, de woody allen, este gen hacía que el fenotipo del protagonista se adaptara al grupo social en el cual se encontraba en ese momento. así, si el hombre estaba con negros, se volvía negro. o gordo o chino, según el caso.

ahora «quedar bien» es la pandemia del web 2.0, donde ser defensor de las ballenas jorobadas y luchar contra la violencia doméstica, es la norma.

yo lucho contra mi voluntad de «quedar bien», porque, al fin y al cabo, uno siempre termina jodiendo a alguien. por ejemplo, es hipócrita terminar con una chama pero decirle: «siempre te recordaré».

mi hermano habla en inglés para sentirse libre. mi esposa le teme a los motorizados de la calle a menos que camine dormida. yo ya no sé cuál es mi tendencia política: si estoy en un grupo de derecha creen que soy de izquierda, y viceversa. sólo puedo decir que siempre trato de decir la verdad. lo sé porque intenté engañar al internet de mi casa, pero me descubrió.

pero, ¿ves? al decir eso, estoy «quedando bien». qué lío.

14 septiembre 2012

remate de pastelitos

a alejandro achique

alejandro iba a comer una empanada en el famoso kiosko del unicentro el marqués, cuando notó que en la calle, justo en la entrada al centro comercial, un hombre remataba pastelitos a mitad de precio. así, violando su propia norma de ignorar un negocio con mucha mercancía y sin colas, alejandro compró un pastelito, sólo para darse cuenta de que eran una versión bizarra y pobre de un pastelito andino: muchísimo arroz y casi nada de carne. además, la masa tenía ese característico sabor de aceite reciclado y viejo que le revolvió su miserable estómago. sin pensarlo dos veces, alejandro abandonó el lugar, botó los restos del pastelito, y fue a comer las gloriosas empanadas del unicentro. pero, mientras comía, se le ocurrió que quizás era hora de hacer la buena labor del día. o del mes. o del año. realmente no importa, pero alejandro pensó en volver donde el vendedor de pastelitos para darle el feedback de su producto: de esta manera, el hombre estaría consciente de la mierda que vendía, e introduciría mejoras que aumentaría la calidad y las ventas. pero justo cuando alejandro volvió al puesto de pastelitos, el tipo ya había vendido toda su mercancía, y alejandro quedó tan sorprendido que se olvidó dar el feedback: mientras caminaba al metro sólo calculaba mentalmente la ganancia, bastante rentable, por cierto.

04 septiembre 2012

jalabolicracia

fíjate, chico, yo tengo cuatro años trabajando aquí, yo estudié, soy profesional, y la encargada nunca me ha asignado unas extensiones. menos la queratina. y la muchacha nueva tiene un mes, pero como le trae desayuno, almuerzo, cena y hasta marido, entonces a ella sí le asignan extensiones. pero a mí me ladilla jalar bolas, no sirvo para eso. menos mal yo tengo a mis clientes, porque tú ves, yo estuve un tiempo fuera y aún así tú volviste, ¿ves?. en cambio, ponen a una muchacha que no sabe a poner extensiones, sólo porque le trae la comida a la encargada, y la caga, y se pierde el cliente. porque el cliente se da cuenta cuando le hacen un mal trabajo, cuando lo matean. dicen «ay, pero sí se tardó poquito, ¿lo habrá hecho bien?». pero así funciona en todos lados, ¿tú ves, el tipo que era el ministro de salud, que terminó siendo veterinario?. y es que si uno fuera recién llegado, pero yo he estudiado, soy profesional. pero no hay meritocracia. hay jalabolicracia. por eso es que hay tantos buhoneros. uno termina entendiéndolos.

01 septiembre 2012

crisis postcoito

mi mujer sufre de crisis postcoito. la llevé al doctor y me dijo que debe ser por la eurocrisis. «si sube el iva le vendrán dos reglas», comentó, preocupado. le pregunté a mi mujer en qué pensaba después del sexo. yo le dije que recordaba el capítulo de los simpsons cuando bart adoptaba un elefante. toda la familia se avocó tanto al paquidermo, que el perro hasta habló para llamar la atención de sus dueños. pero cuando volteé, mi mujer estaba dormida. yo traté de pensar en la eurocrisis, pero recordé que tenemos más subsidios que alemania; si el petróleo vuelve a 40 tendremos que comer libros. quizás la eurocrisis es una paranoia colectiva. por ejemplo, yo siempre me agacho cuando paso frente a una ventana. ¿y mi mujer qué pensará después del sexo? a lo mejor sólo piensa en kevin johansen, en la canción en mi cabeza, que susurra ahora, dormida.